sábado, 6 de diciembre de 2008

Berridos de diciembre





Entre los cuentos navideños dignos de las antologías de fin de año solo recuerdo uno dedicado al sueño apacible en un pesebre. Sin miedo a repetir la trillada postal. Saramago acuesta al niño lejos del musgo y los espejos de agua y le entrega la placidez de los privilegiados: “Solo quien nunca tuvo la felicidad de dormir en un comedero ignora que nada hay en el mundo más parecido a una cuna”. Una brisa fresca tranquiliza al padre y unos pastores prometen leche, queso y pan para el día siguiente. Los gritos de María son lo único que aturde esa noche tranquila.
Pero luego de esa primera noche la navidad se ha convertido en una colección de desgracias infantiles sobre papel. Sin importar dónde transcurra la noche del 24 de diciembre, los cuentos navideños tienen la obligación de que un mocoso enclenque sufra lo indecible.
Comencemos la colección de pequeños infelices con cuentos de Tomás Carrasquilla y Hans Christian Andersen. Tista Arana, personaje del El rifle, y la niña de los fósforos, comparten su figura andrajoso y rota adornada por unos “bucles dorados”. Ambos tienen el encanto de los ángeles despojados. Y tienen, cómo no, hambre y frío. Todo lo comparten ese par de cagones mugrientos: la madrastra del uno le da garrote al compás de sus furias de chicha, y el padre de la otra no ahorra golpes ante la ausencia de monedas. El final de los dos no podría ser distinto: “¡Abuela! ¡Oh, llévame contigo”, grita la niña de Andersen; “¡Madrecita querida! Llévame p’onde vos”, clama el Tista de Carrasquilla. Piden la muerte en medio de la utilería decembrina. Niños llevados y sin traídos.
Cuando volteamos la página en busca de Nabokov encontramos más niños muertos. Ahora el dolor es sólo de un padre, su hijo ha muerto dos días antes de la navidad en medio de las fiebres y el desvarío. El padre ni siquiera recuerda las obligaciones de la fecha festiva, la calamidad ha cubierto todo con el ímpetu de la nieve. No puede entender la sencillez de las razones que le da el criado para que permita levantar el árbol de navidad: “Es bonito y además es verde. Déjelo durante un tiempo.” No quiere saber de horas que serán ajenas a su hijo, prefiere contemplar el exótico gusano de seda que el muchacho recordó durante sus fiebres. En un momento el llanto del padre se interrumpe por un chasquido: el gusano de seda “había surgido de su crisálida debido a que un hombre, vencido por el dolor, había llevado una lata hasta su habitación caldeada…”
El pequeño habitante de los campos de Alabama de Truman Capote es tal vez el menos desgraciado de este catálogo. Su navidad es una antología de excursiones al bosque a recoger frutas y cortar el árbol. Además, una prima vieja y jorobada hace las veces de hada madrina para una navidad que tiene desde vuelos de cometa hasta pequeños sorbos de whisky. Pero pronto llegará la separación del paraíso navideño a manos de colegios militares o de las atenciones de un padre desconocido y empalagoso, y llegará la muerte del hada maltrecha. Capote acude más a la nostalgia que a la tragedia y permite que su niño nade por praderas de hierba hasta la cintura. Las tristezas y los miedos de sus niño de navidad son comunes a todos los niños y a todas las noches. Comenzaron los berridos de diciembre.

6 comentarios:

JuanDavidVelez dijo...

La verdad es que no entendi lo de los berridos de diciembre, sobre todo por lo de los niños, hasta donde yo se lo de maldita navidad es un cuento adulto.
Yo nunca he ido a coveñas en diciembre, me imagino que eso por alla es un paraiso de antioqueñas en vestidito de baño. Por favor una cronica de viaje de algun privilegiado que haya estado alla en esta epoca fertil (cuando tenia 13 años el dia de las velitas lo pase en Tolu y no habian muchachas en vestido de baño).
Mi relacion con la musica decembrina es de amor y odio, algunas veces me suena muy bacana y otras veces literalmente me dan ganas de suicidarme (y ahi perdonan mi sino tragico).
Pero finalmente es innegable que diciembre es bacano, a mi lo que me gusta es ver la gente contenta comprando cosas, a mi durante estos dias decembrinos me parece que vivo en un paraiso donde todo el mundo es rico.

JuanDavidVelez dijo...

Este blog es acerca de Cuba, asi que aprovecho y le digo algo a Juka, en waterpolo el entrenador de Tolima es cubano, los tolimenses eran requetemalos para jugar, pero este entrenador los llevo a que ya sean los campeones nacionales. (ese entrenador fue de un equipo glorioso cubano en los 80). Lo que yo me pregunto es como se toman el capitalismo los cubanos, por ejemplo ese man, deben pasar muy bacano por aca.
Podemos concluir que Pascual no se mueve como un pez en el agua dentro del socialismo, pero el hombre si deberia contar como le fue en la cotidianidad comunista, me imagino que comprar cosas es un gran placer del que se privo por alla, deberia hablar de eso.

Chucho dijo...

Ah la maña esa que tuvieron en la literatura de que los cuentos navideñanos colmaran de vejámenes a culicagados. Claro que de eso se valió hasta el Chavo algunas veces. De causar lástima. Coincido con Pascual en que la forma menos ponderable de la belleza es la que apela a la lástima. Digan si no.
Claro que hablando de lástima, desde otra perspectiva y ahorita mismo, una mártir, Beata Ingrid la Piadosa, que transita cual Teresa, con ropa aseñorada, visitando santuarios y papas, enviando besos de Sarkozy a presidentes, conminándolos en su pose "comohesufridosoygarantemoraldelmundo".

Anónimo dijo...

Hombre tengo que reconocer aqui a Chinasky sobre la situacion del Alcalde Salazar, no estaba muy despistado, con las nuevas declaraciones de "Don Berna" creo que estamos ante De ja vu Paraco en la Alcadia.

Gabriel del Casal dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Gabriel del Casal dijo...

diciembre es bueno con gente sana
pero con gente metiendo coca para dominar, es horrible. mejor baretica para bailar con todo el mundo. oh sino que alguien me lo niegue. para los niños es estupendo estar todo el dia en una piscina, y nosotros tomando cervecita en las orillas, y sin violencias a la hora de celar a la mujer, porque mira al otro mancito.