martes, 9 de agosto de 2011

Guerra en el Nuevo México





Poco a poco la guerra contra el narco, como se la llama en México, va llegando a algunas ciudades polvorientas del sur de los Estados Unidos. La ola ha ido subiendo desde las costas de Suramérica, ha cubierto al centro del continente, tiene a México con el agua al cuello y comienza a tocar los tobillos de los gringos. La coca no es lo único que logra pasar las barreras entre los países: también cruzan las mañas de los capos, la carnada para los policías, las formas de intimidación de los traficantes. Hace unos meses el presidente Obama aprobó una partida de emergencia para mantener firmes a los 1.200 policías que refuerzan la frontera con México. La presión para sostenerlos hasta el 30 de septiembre vino sobre todo de parte de los gobernadores de Texas y Arizona. La violencia en Tamaulipas y Chihuahua ha comenzado a mostrarse como un espejo perturbador.
Los casos de corrupción y de redes mafiosas en el territorio del país que encabeza la cruzada contra las drogas son cada vez más frecuentes. Hace apenas un mes el alcalde de Columbus, Nuevo México, aceptó cargos por tráfico de armas y otros delitos que lo relacionan con los narcos del municipio de Palomas, un nombre perfecto para la mensajería de coca y armas a través de la frontera. Y los capos norteamericanos, La Barbie, por citar uno bien presentado, ya comienzan a tener juego en los negocios grandes. Cada vez el sur de Norteamérica se puede parecer más al viejo oeste y al “nuevo México”.
Una reciente operación de inteligencia planeada desde Estados Unidos explica bien hacia dónde va la participación gringa, tanto de policías como de traficantes, en la lucha contra las drogas en sus orillas. En 2009 la oficina norteamericana de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego planeó, en compañía de la DEA, poner una carnada de fusiles para capturar traficantes de armas en Phoenix. Ante la tontería de los agentes gringos, que cada vez pensaban en un pez más grande, aparecieron traficantes medianos, se tragaron lo que pudieron y terminaron comercializando más de 2000 fusiles de asalto con los narcos de El Paso, San Antonio y otras ciudades mexicanas. Algunos hablan de sencilla torpeza de los agentes del norte y otros piensan que la corrupción pudo jugar un papel en el descalabro que ha llegado hasta el Congreso de los EE.UU. Es seguro que los agentes gringos no hubieran dejado circular las armas si eso significaba un riesgo para sus ciudadanos. Hasta ahora se han cometido 38 asesinatos con las armas compradas legalmente en tiendas de Phoenix. Para ponerle gracia al cuento vale decir que la operación se llamó Rápido y furioso.
Ahora la noticia es que por primera vez agentes de la CIA y empleados civiles del Pentágono estarán actuando desde una base mexicana para acompañar al ejército en la guerra contra las drogas. Se seguirá el modelo Afganistán, incluyendo sobrevuelos con aviones no tripulados. Durante 4 años Estados Unidos ha venido rebajando sus aportes al Plan Colombia. Sin duda hay nuevas prioridades, más cercanas y más amenazadoras. A comienzos de 2011 la muerte del agente estadounidense Jaime Zapata desató la captura de 600 narcos mexicanos en diferentes ciudades norteamericanas. El entierro de un uniformado desenterró la organización mafiosa agachada bajo unas normas de “convivencia” y “tolerancia”.
Tal vez ahora que la guerra se acerca de manera inevitable a su frontera, el gobierno y los ciudadanos del norte puedan tener una idea más clara de qué se gana y qué se pierde en medio de ese absurdo círculo vicioso.




5 comentarios:

Pascual Gaviria dijo...

La historia de rápido y furioso

Pascual Gaviria dijo...

Los trabajos del alcalde de Columbus

Pascual Gaviria dijo...

Sobre los incencios en Inglaterra.

Como en una canción de The Clash

eureka dijo...

Será interesante ver cómo se desenvuelve la novela del narcotráfico en gringolandia.

Pascual usted que se la pasa leyendo cosas, y le pagan por eso (al menos en la luciérnaga), sabe si ha empezado y/o aumentado la siembra de coca en México?

Anónimo dijo...

Lo único malo de la cultura mafiosa es que, como es superficial por antonomasia, en ella terminan instalándose a manera de sus hermenéutas, exhorcistas y diagnosticadores principales y eminentes, tipos tan tontos y apocados intelectualmente como pascual y alejandro gavilla.