martes, 19 de noviembre de 2013

El ocaso de los ídolos






El silencio del Parque Arqueológico de San Agustín sigue siendo sobrecogedor. Los “colosos” que visitó Preuss hace 100 años entregan los mismos interrogantes de siempre:  los nudos limpios de las cintas de piedra en la espalda de los ídolos, los colmillos que amenazan o ríen, los ojos que se alargan o se curvan, las manos infantiles y majestuosas sobre el pecho. Codazzi que describió 34 de las estatuas no pudo más que imaginar la inscripción en piedra de ciertas “leyes morales”, “un sistema religioso con aplicación a la vida social”. Setenta años después del italiano, llegaron las preguntas de Konrad Theodor Preuss: “¿Por qué razón estos indígenas, cuyo grado de civilización incipiente estaba, con todo, muy por encima de las otras tribus de los valles vecinos, sintieron la necesidad de dar al Ser una expresión monumental como esta que admiramos en las vecindades de San Agustín?”
Era el momento para volver a esas preguntas, para que una insignia del sur lograra fijar la cada vez más volátil atención del centro, para que nos olvidáramos de las rencillas nuestras de cada día y celebráramos una incógnita dejada hace siglos, una herencia de belleza que en su momento fue puesta al “mismo nivel de los tesoros de Tut-Anch-Amon”. La idea era que 20 piezas viajaran al Museo Nacional en Bogotá y el Retorno de los ídolos significara una ruptura de la vieja desconfianza entre dos países unidos por lazos presupuestales y burocráticos.
Pero entre nosotros todo tiende a la pugnacidad y la transacción politiquera. Un extranjero que vive hace años en San Agustín puso los primeros peros al traslado de los ídolos, habló de la pérdida de energías ancestrales y otros rollos chamánicos subrayados en sus libros. Muy pronto aparecieron guerreros de su causa. Al comienzo algunos maestros acostumbrados a la confrontación como oficio. Era la oportunidad de dar pelea, mostrar su fuerza y encontrar un cacique que moviera sus marchas. Lo encontraron, desde el Caquetá el senador Jorge Eliecer Guevara puso sus fichas para buscar provecho.  Nadie le había prestado atención a las reuniones que durante un año realizó el ICANH para explicar el proyecto, eran simples charlas académicas sin espacio para la descalificación ni posibilidades para la adrenalina y la pantalla que entrega el ESMAD. Se sumaron también algunos periodistas de Neiva y hasta gaseosas Cóndor puso sus burbujas en defensa de las energías cósmicas. Los diputados ya estaban alertas y lo que era una exposición se convirtió en botín. Ahora se exigían puestos, acueductos, reconocimientos y contratos para dejar salir a las esculturas.
Faltaba la estocada final y para eso llamaron a los indígenas Yanaconas que hace menos de 20 años llegaron al municipio de San Agustín. Estos cazadores-recolectores de rentas públicas se tomaron a pecho su labor y se fueron a abrazar las estatuas: “No se pueden llevar a nuestros dioses”, decían. Pero todos saben que sus dioses son el presupuesto y que quieren más a los notarios que al Doble yo. Trajeron a algunos de sus hermanos del Cauca para jugar al paro arqueológico. Como último refuerzo llegaron estudiantes de la Surcolombiana y la Universidad del Cauca, acostumbrados a cobrar por cada paso en sus marchas.
Quedó claro que todavía hay un gran resentimiento en las relaciones entre el sur y el centro, y que los ídolos fueron rehenes de esa vieja pugna. También que nuestras discusiones son casi siempre mezquinas y tienen varios ceros detrás de las declaraciones de principios. Y que los colombianos que creíamos que San Agustín era un patrimonio común, nos enteramos que las piedras labradas tienen dueños, una peligrosa raza de esotéricos clientelistas.


6 comentarios:

eureka dijo...

Pascual ¿Lo de los Yanaconas lo vivió en su periplo por esas tierras o le toco seguirlo luego por noticias? Ya estaban alzados en "energías"?
Me dió mucha rise lo de los estudiantes.


Pascual Gaviria dijo...

Eureka cuando fui la exposición parecía ser un hecho. Se insinuaba un inconformismo pero era menor. He seguido el lío hablando con gente del pueblo con la hice algunas migas y mantengo contacto, gente que tiene instituciones culturales, que trabaja con turismo, que está más en el circuito comercial y cultural (libros, talleres literarios, clubes de lectura, corporaciones artísticas)que en las lides políticas.
Todo lo que pasó tuvo varios componentes: viejas rencillas con el centro, búsqueda de rentas públicas de los oportunistas, demostración de poder desde la periferia, venganza contra la soberbia de los funcionarios bogotanos, politiquería barata, ganas de joder y una pequeña dosis de esoterismo militante.

Anónimo dijo...

Querido Pascual:

Me ha gustado tu columna. Argumentas con serenidad y aplomo. Es necesario decir que el ICANH cometió torpezas evitables: contrató como lobysta a un curtido periodista que es cuota burocrática de Hernán Andrade y que se llama Melquisedec Torres. Eso generó prevención y resistencia en el Huila y especialmente en la prensa. No obstante coincido en que triunfó la estulticia veredal y la pugnacidad.

Anónimo dijo...

Muy buena su columna Pascual, Soy de estas tierras y es muy bueno ver puntos de vista de personas que no son de estos lados.

Anónimo dijo...

Es el sentimiento de una pequeña parte del pueblo que sigue insurrecta y no permite que trafiquen con el patrimonio. Debido a que las políticas, leyes y discursos estatales no logran persuadir ni corroer el espíritu inconformista de estos, columnas como la que usted escribió son un intento por dañar la imagen de esta resistencia y generar la estigmatización pública sobre este tipo de movimientos.
Con todo el respeto que usted se merece le voy a decir que deje de imaginarse las cosas, que las viva, que no le pregunte por este asunto a los que trabajan con turismo, quienes de verdad deberian ser interrogados en este tipo de "eventos" son las autoridades espirituales del territorio.
Ahhh y por poco se me olvida, no mezcle las cosas del corazon con la informacion: si es usted el amante de Sanabria no tiene por que salir en su defensa y escribir una columna tan asquerosa como esta para reivindicar el nombre de su amante.

Reinerio dijo...

Yo creo que este no es un sitio para seguir con las pugnas.Me parece muy bien que las estatuas hayan quedado en el lugar de origen, me parece que es patrimonio cultural y le da gran valor el hecho de que se encuentren en un contexto acorde.