El silencio del Parque Arqueológico de San Agustín sigue siendo
sobrecogedor. Los “colosos” que visitó Preuss hace 100 años entregan los mismos
interrogantes de siempre: los nudos
limpios de las cintas de piedra en la espalda de los ídolos, los colmillos que amenazan
o ríen, los ojos que se alargan o se curvan, las manos infantiles y majestuosas
sobre el pecho. Codazzi que describió 34 de las estatuas no pudo más que
imaginar la inscripción en piedra de ciertas “leyes morales”, “un sistema
religioso con aplicación a la vida social”. Setenta años después del italiano,
llegaron las preguntas de Konrad Theodor Preuss: “¿Por qué razón estos
indígenas, cuyo grado de civilización incipiente estaba, con todo, muy por
encima de las otras tribus de los valles vecinos, sintieron la necesidad de dar
al Ser una expresión monumental como esta que admiramos en las vecindades de
San Agustín?”
Era el momento para volver a esas preguntas, para que una insignia del
sur lograra fijar la cada vez más volátil atención del centro, para que nos
olvidáramos de las rencillas nuestras de cada día y celebráramos una incógnita
dejada hace siglos, una herencia de belleza que en su momento fue puesta al “mismo
nivel de los tesoros de Tut-Anch-Amon”. La idea era que 20 piezas viajaran al
Museo Nacional en Bogotá y el Retorno de los ídolos significara una ruptura de
la vieja desconfianza entre dos países unidos por lazos presupuestales y
burocráticos.
Pero entre nosotros todo tiende a la pugnacidad y la transacción politiquera.
Un extranjero que vive hace años en San Agustín puso los primeros peros al
traslado de los ídolos, habló de la pérdida de energías ancestrales y otros
rollos chamánicos subrayados en sus libros. Muy pronto aparecieron guerreros de
su causa. Al comienzo algunos maestros acostumbrados a la confrontación como
oficio. Era la oportunidad de dar pelea, mostrar su fuerza y encontrar un
cacique que moviera sus marchas. Lo encontraron, desde el Caquetá el senador
Jorge Eliecer Guevara puso sus fichas para buscar provecho. Nadie le había prestado atención a las
reuniones que durante un año realizó el ICANH para explicar el proyecto, eran
simples charlas académicas sin espacio para la descalificación ni posibilidades
para la adrenalina y la pantalla que entrega el ESMAD. Se sumaron también
algunos periodistas de Neiva y hasta gaseosas Cóndor puso sus burbujas en defensa
de las energías cósmicas. Los diputados ya estaban alertas y lo que era una
exposición se convirtió en botín. Ahora se exigían puestos, acueductos,
reconocimientos y contratos para dejar salir a las esculturas.
Faltaba la estocada final y para eso llamaron a los indígenas Yanaconas
que hace menos de 20 años llegaron al municipio de San Agustín. Estos
cazadores-recolectores de rentas públicas se tomaron a pecho su labor y se
fueron a abrazar las estatuas: “No se pueden llevar a nuestros dioses”, decían.
Pero todos saben que sus dioses son el presupuesto y que quieren más a los
notarios que al Doble yo. Trajeron a algunos de sus hermanos del Cauca para jugar
al paro arqueológico. Como último refuerzo llegaron estudiantes de la Surcolombiana
y la Universidad del Cauca, acostumbrados a cobrar por cada paso en sus
marchas.
Quedó claro que todavía hay un gran resentimiento en las relaciones entre
el sur y el centro, y que los ídolos fueron rehenes de esa vieja pugna. También
que nuestras discusiones son casi siempre mezquinas y tienen varios ceros
detrás de las declaraciones de principios. Y que los colombianos que creíamos
que San Agustín era un patrimonio común, nos enteramos que las piedras labradas
tienen dueños, una peligrosa raza de esotéricos clientelistas.
6 comentarios:
Pascual ¿Lo de los Yanaconas lo vivió en su periplo por esas tierras o le toco seguirlo luego por noticias? Ya estaban alzados en "energías"?
Me dió mucha rise lo de los estudiantes.
Eureka cuando fui la exposición parecía ser un hecho. Se insinuaba un inconformismo pero era menor. He seguido el lío hablando con gente del pueblo con la hice algunas migas y mantengo contacto, gente que tiene instituciones culturales, que trabaja con turismo, que está más en el circuito comercial y cultural (libros, talleres literarios, clubes de lectura, corporaciones artísticas)que en las lides políticas.
Todo lo que pasó tuvo varios componentes: viejas rencillas con el centro, búsqueda de rentas públicas de los oportunistas, demostración de poder desde la periferia, venganza contra la soberbia de los funcionarios bogotanos, politiquería barata, ganas de joder y una pequeña dosis de esoterismo militante.
Querido Pascual:
Me ha gustado tu columna. Argumentas con serenidad y aplomo. Es necesario decir que el ICANH cometió torpezas evitables: contrató como lobysta a un curtido periodista que es cuota burocrática de Hernán Andrade y que se llama Melquisedec Torres. Eso generó prevención y resistencia en el Huila y especialmente en la prensa. No obstante coincido en que triunfó la estulticia veredal y la pugnacidad.
Muy buena su columna Pascual, Soy de estas tierras y es muy bueno ver puntos de vista de personas que no son de estos lados.
Es el sentimiento de una pequeña parte del pueblo que sigue insurrecta y no permite que trafiquen con el patrimonio. Debido a que las políticas, leyes y discursos estatales no logran persuadir ni corroer el espíritu inconformista de estos, columnas como la que usted escribió son un intento por dañar la imagen de esta resistencia y generar la estigmatización pública sobre este tipo de movimientos.
Con todo el respeto que usted se merece le voy a decir que deje de imaginarse las cosas, que las viva, que no le pregunte por este asunto a los que trabajan con turismo, quienes de verdad deberian ser interrogados en este tipo de "eventos" son las autoridades espirituales del territorio.
Ahhh y por poco se me olvida, no mezcle las cosas del corazon con la informacion: si es usted el amante de Sanabria no tiene por que salir en su defensa y escribir una columna tan asquerosa como esta para reivindicar el nombre de su amante.
Yo creo que este no es un sitio para seguir con las pugnas.Me parece muy bien que las estatuas hayan quedado en el lugar de origen, me parece que es patrimonio cultural y le da gran valor el hecho de que se encuentren en un contexto acorde.
Publicar un comentario